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SET.

2024

Noticias

19.02.2025

Miranda do Douro, Portugal

Paisaje y gastronomía en estado puro

La localidad fronteriza de Miranda do Douro, dentro del distrito de Braganza, Portugal, ofrece unos paisajes maravillosos, un interesante recorrido por el río entre cañones de piedra y una gastronomía basada en razas autóctonas de ganado que convierten la esta pequeña localidad de poco más de dos mil habitantes en un destino turístico de gran interés.

Texto y fotos: Alejandro Minguez

Los atractivos turísticos de Miranda do Douro, Portugal, son numerosos: río, paisajes, casco histórico y gastronomía. También las compras, ya que cuenta con un importante número de negocios orientados a la venta textil. Se convierte de este modo en un destino de interés para pasar varios días de descanso y descubrir parte del país con verdadera esencia.

Un lugar fundado por Don Dinis e históricamente alejado de todo y aislado, con serios problemas de comunicación por carretera durante muchos años. Aún hoy carece de vías de comunicación de gran capacidad, y llegar a Miranda lleva su tiempo, pero con encanto, ya que los paisajes merecen mucho la pena.

La orografía tampoco ayudaba mucho en otros tiempos, ya que los cañones de piedra del río Duero fueron frontera y mantuvieron intacto un espacio único. Un lugar que cuenta con una lengua propia más allá del portugués, el mirandés, hablado en la zona rural de las 17 parroquias que tiene el municipio, y menos presente en la capital.

Es además el primer lugar de Portugal donde sale el sol al ser la punta más al este en el mapa y las vistas en un día despejado de nubes la verdad es que merecen mucho la pena casi desde cualquier punto del lugar. Lo que más llama la atención nada más llegar a la localidad es el río encajonado y embalsado, teniendo la posibilidad de conocerlo en un crucero fluvial.

Existen varias rutas y duración de los recorridos para disfrutar del Duero, el más corto de hora y media, donde los visitantes tras embarcar recorren el cauce entre los cañones de granito para descubrir nidos y aves como el águila real o la cigüeña negra, líquenes y plantas únicas; o pueden ser partícipes de la investigación realizadas a bordo.

Especies sorprendentes

En este peculiar lugar existen especies endémicas, como una planta colgante de las rocas denominada “encina vertical” que solo se puede ver en este espacio. Los científicos del Europarque al que pertenece la iniciativa, toman muestras de las aguas durante la travesía y después enseñan en pantalla a los visitantes los seres vivos que hay en el agua tras poner la muestra recogida en un microscopio instalado a bordo conectado al plasma. Un detalle que causa sensación entre los turistas que realizan el crucero.

La estación biológica internacional fue creada en 2002 con el apoyo institucional y de tres universidades, ratificada de interés en 2006 por los gobiernos de Portugal y de España. Todos los proyectos de investigación y conservación de hábitats y especies de este lugar son financiados por los billetes de los turistas que realizan los cruceros ecoturísticos. Un peculiar modelo de sostenibilidad que fue merecedor de un premio nacional en 2009.

Los cruceristas pueden ver e incluso en ocasiones desembarcar en una de las orillas para descubrir una recreación etnográfica de la manera de vida en tiempos remotos consistente en una cabaña de piedra con techo de paja y los restos de los bancales que cultivaban las personas con menos recursos de la zona tiempo atrás. Éstos llevaron las cepas de vino y los olivos a las orillas del río que llaman la atención de los visitantes. Hoy están en desuso y abandonadas.

En el recorrido de regreso del crucero, los turistas tienen permitido salir al exterior para respirar el aire y sacar fotografías en una experiencia única. En la época de lluvia, uno de los recorridos llega hasta una hermosa cascada a bordo de una embarcación con motor de combustión, pero también con un eléctrico que permite menor contaminación y menor ruido para disfrutar del viaje.

Se trata de un crucero de sensaciones en el que priva el silencio y el respeto a la naturaleza por los Arribes del Duero que se puede realizar durante todo el año. Al final del viaje, los participantes pueden disfrutar de una degustación de vino del país.

El casco histórico

El casco histórico de Miranda es, sin duda, otro de los grandes atractivos de la localidad. Mantiene la parte histórica en el interior de la zona amurallada y las nuevas construcciones fuera, que no desentonan ya que carecen de grandes alturas y mantienen un urbanismo armónico.

Destacan los numerosos hoteles y restaurantes existentes, por lo que el servicio está garantizado a todos aquellos que se acerquen al lugar. Los pescados están en las cartas y el bacalao no puede faltar; destacan las carnes de calidad de cerdo, ternera, oveja o cabra.

Llama la atención la recuperación de calles y de casas, no existiendo casi ninguna construcción derribada, más allá de la fortaleza característica de un espacio fronterizo cómo este, que estuvo en manos de españoles y portugueses. Llegó a pertenecer al convento de Astorga, lo que influyó en la cultura y en la lengua, ya que el mirandés es una variedad lingüística del astur-leonés. Hoy es lengua oficial y aparece en la rotulación de señales, en la vida cultural y política del lugar.

Un casco histórico limpio y agradable, con una amplia oferta de restauración y pequeñas tiendas donde comprar comestibles clásicos de producción local como aceite de calidad, miel, queso o almendras, hasta las clásicas ferreterías con todo tipo de objetos y aperos de labranza, algunos ya difíciles de encontrar en España.

Del Castillo quedan parte de las murallas, torre homenaje y un pozo considerado de interés público desde 1955. Las numerosas incursiones e invasiones por la situación geográfica en la raya, provocaron que a lo largo de los siglos esta construcción fuera perdiendo su estructura. En otros tiempos era de planta cuadrangular con cuatro torres.

En el centro del patio de armas está todavía el pozo con 46 escalones circulares que hay que bajar para coger agua. Fue residencia eclesiástica hasta la construcción del edificio episcopal. Las murallas perimetrales del casco histórico están bastante bien conservadas y cuentan con varias puertas de acceso y con alguna torre, como es el caso de la puerta de Nuestra Señora del Amparo. Existe un amplio estacionamiento para vehículos en la parte exterior de la muralla.

El antiguo mercado, un curioso edificio alargado y con muchas ventanas a los pies de la fortaleza, es hoy un centro de información y de instituciones públicas de ayuda al agricultor. En otros tiempos permitía a los productores locales poner a la venta los derivados de la huerta y animales para consumo y producción.

La gran iglesia catedral de granito tiene un aspecto sobrio en el exterior con dos torres, pero guarda mucha riqueza en el interior. Llama la atención por sus dimensiones.

Miranda fue diócesis única en otros tiempos, pero ahora es compartida con Braganza, lugar al que se trasladaron muchas de las joyas y riquezas que guardaba este edificio en su interior por decisión de un obispo en el siglo XVIII. Fue construida en el siglo XVI y mantiene en la actualidad interesantes cuadros en la sacristía, entre otras riquezas que no fueron llevadas en su día.  Destacan algunos retablos y un altar barroco.

Se trata de la construcción religiosa más grande de la región de Tras los Montes y declarada en 1920 Monumento Nacional. Una de las cuestiones que más llama la atención del visitante es la imagen de un niño Jesús de la Caroliña, también conocido como lo del sombrero de copa. Una imagen elegantemente vestida, con varias mudas oficiales, que tiene un globo terráqueo en la mano izquierda. Está en una vitrina acompañado de los trajes que emplea en función de la época religiosa del año en la que nos encontremos.

El origen de esa llamativa imagen proviene de una leyenda de la época de la Guerra de Secesión. En 1711 España invadió y ocupó Miranda durante varios meses. En medio de las vejaciones apareció en la muralla un niño vestido como caballero e incitando a los mirandeses en la lucha contra los españoles, cosa que hicieron con el niño al frente logrando la victoria. El niño desapareció, pero consideraron su aparición un auténtico milagro.

En el siglo XVIII el cabildo catedralicio mandó hacer una talla del niño como preadolescente y vestido de caballero, aunque sufrió alguna transformación posterior, como la incorporación del sombrero de copa.

Patrimonio arquitectónico

Siguiendo el recorrido por el casco viejo de la localidad, sorprenden las numerosas construcciones religiosas, la riqueza artquitectónica y artística del gran número de iglesias, alguna de ellas, por cierto, convertida en biblioteca municipal. Una estatua con la figura de dos mirandesas con atuendo tradicional, incluída la capa de honras, preside una de las principales plazas.

Merece una visita la hoy Casa de la Cultura que fue en otros tiempos la aduana. Una interesante construcción medieval con cuatro ventanas en esquina, próxima a la catedral, que presenta dos ménsulas con imágenes eróticas en la fachada. Existen diversos miradores hacia el río, uno de ellos la “Peinha de Puio” permite observar un espacio natural único, aves e incluso algún petróglifo en las rocas que conforman este espacio.

Es muy fácil ver en una de las piedras la imagen de un arquero y los expertos aseguran la existencia de otras imágenes en la zona, pero que están sin catalogar. Está en el rumbo de los castros y Berroes y a escasos metros del Ecomuseo Terras de Miranda. Son muchos los aficionados que se acercan para ver aves en dicho lugar.

Otro mirador de interés es lo de Paradela. En este lugar hay una vista de los Arribes del Duero y de la presa de Castro de Alcañices y su impresionante poblado, hoy deshabitado. No muy lejos de este espacio está el Castro de San Joao de las Arribas con una curiosa ermita y excelentes vistas.

Pero Miranda do Douro, sensibilizada con el espacio natural, también ofrece la visita al centro de protección de burros de Miranda en la localidad de Atenor, donde hay más de medio ciento de ejemplares recuperados.

Actualmente hay 700 hembras de la especie local gracias a la labor de la asociación para el estudio y protección del burro (AEPGA). Los más pequeños disfrutarán sin duda de este espacio en el que existe la posibilidad de apadrinar un burro desde 30 euros al año. Entre las funciones que tienen está el control de incendios por el pastoreo en zonas sensibles, pero también participan en celebraciones lúdicas como en desfiles con motivo de fiestas y romerías.

Opciones de recorridos

Una Cámara municipal que también permite la visita a empresas locales de interés como las cuchillerías “Martins” es una de ellas o de tonelería, de donde salen cubas de vino para todo el mundo de la mano de Gonçalves desde la localidad de Palaçoulo.

Hay varias empresas de excursiones turísticas con recorridos de diferente duración para recorrer en un vehículo todo terreno los espacios de mayor interés. En el capítulo de la música tradicional destacan los grupos de palilleros, entre ellos los “Pauliteiros de Picote”. Son grupos integrados por ocho bailarines hombres, que danzan con los palos en la mano al son de una gaita de fol, un tambor y un

bombo, siempre presentado por el representante del grupo vistiendo una capa mirandesa típica.

MEATING, un festival musical para exaltar la cocina de calidad

 En 2024 se celebró la primera edición del festival musical y gastronómico “Meating”. Fue una oportunidad única para disfrutar en el casco urbano de Miranda, a los pies de la catedral, de dos días de música tradicional y de cinco menús elaborados por cocineros de renombre preparados con carne de razas autóctonas de calidad, pero con fórmulas innovadoras.

Oscar Geadas, propietario de G Posada de Braganza y estrella Michelín, preparó un plato con cerdo bísaro. Diogo Rocha, chef en Viseu también con estrella, optó por la ternera mirandesa. Michele Marques, brasileña de nacimiento, pero cocinera en Estremoz se decantó por el cabrito serrano transmontano. El cocinero local Marcelo Diaz sorprendió con una propuesta basada en la raza de oveja gallina mirandesa. La sobremesa fue obra de Eurico Castro, pastelero en Mirandela que creó una crema de castañas con miel y manzana verde.

Música para todos

Con una excelente organización, el “Meating” contó con una serie de conciertos en los que participaron cuatro artistas portugueses de diferentes estilos y cuatro grupos de música tradicional para crear momentos que fueron únicos. Como la vocación era ser un festival musical y gastronómico familiar, también hubo juegos tradicionales para los más pequeños. La presidenta de la Cámara Municipal de Miranda, Helena Barril, mostraba su interés por repetir esta acción en próximas fechas, pero este festival tiene vocación itinerante y puede acabar celebrándose en otras latitudes.

©Alejandro Minguez

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